En realidad, el vestido tiene historia. Desde que tengo memoria soñé con casarme con un vestido torta gigante que me remontara a la corte imperial de Viena en los años 1800.

Soñaba con el único momento que podía hacerme sentir en ese lugar: mi casamiento. En mi época el 15 era de corto. Pero en mi casamiento... iba a poder hacerme mi vestido de princesa, bailar el vals y transportarme en tiempo y espacio.
De hecho, casi debuté en el Centenario solamente para tener el gusto de bailar el vals, al son de violines, con mi vestido torta, en una fiesta estúpida con otras muchas niñas haciendo lo mismo. Pero me ganó por un lado la nena nirvanera malísima que era, y por otro lado el hecho de que tenía que transformar mi vestido de 15 para eso: fue too much para la romántica que soy. La otra opción era esperar un año (que se tranquilice la economía, viteh) y debutar un año después, con las que estaban una promoción menos que yo. No thanks yo le quiero a mis amigas. En otras palabras... no debuté, y me dediqué a esperar mi casamiento para satisfacer este antojo.
Y ya llega. Llega todo.
Estoy cerquísima.
Se me cumple otro sueño...
P.D. Nada Que Ver Del Día: Jo jo jo, ya se acaban las clases en la facultad. ¿Será que voy a extrañarlas? O solamente... ¿extrañaré el interesante status de "ser ayudante de cátedra" ergo "enseñar en la Universidad Católica" como le llama vulgarmente la gente?
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